miércoles, 2 de octubre de 2013

Vieja golondrina, ¿Hasta dónde llegarás?

El inicio del final, de uno de tantos finales, una de tantas muertes que hemos de vivir.

"Ven, antes de que piense..."
Voy, antes de que me vuelva loca.

¿Puedes imaginar un mundo en el que todo es bonito?
¿Un mundo en el que no hay error?
¿Un mundo imposible que sólo existe por que habemos un tú y un yo?

¿Puedes?

Mundo en el que a pesar de las contras, y, al final del día, termino recostada al lado tuyo y tú al mío, sin pensar en nada más que perderme, hundirme en tu cabello, naufragar en tus brazos y abrazos propios de ellos, los más cálidos, volar con tus cosquillas de algodón y nubes. Hacerte piojito hasta que mis dedos se adormecieran, tus ojitos cerraran siendo resguardados por esas enormes pestañas rizadas, hasta que el tren silbara.

Sonrisa de Luna, protegeme del frío. 

Descansar ahí, en el único lugar del mundo donde me siento a salvo de cualquier daño.
Eres el refugio del zorro cuando afuera hay tormenta de nieve.
Contigo y tu música, tú, mi armonía, mi corazón chiquito.

Vuélveme loca con miradas, con cada roce de sus dedos, incluso si sólo osan picar mis costillas, hacerme cariñitos. 
Me encanta(s) ver vibrar de nuevo toda esa gama de colores, nuestros colores; fiesta de azules, morados y verdes en esa extraña y anhelada conjunción; con cada risilla, con cada silencio, con cada tú, con cada yo.

Éste, el mismo aire frío tocando nuestras mejillas y corazones acelerados.
Mírame, tómame.

Yo sé que me sientes más de lo que crees, y aquí, el miedo aparece.

"Me gusta tu boca, me gusta tu nariz, me gustan tus ojos y tus besos..." 
Y demás que sabes y no puedo mencionar.

Sabes que todo tú me vuelve loca.

Sabes que tu boca es la única que conozco, la única que amo y por siempre amaré besar (y morder).

Sabes que cuando respiras mi perfume, veneno de mi esencia, me derrito; aunque el aroma a gato me haya contaminado ya. 

Sabes que me encanta perderme en tus ojos, esas dos perlitas miopes, en ese par que guarda la mirada de un niño consentido, inocente, pero a la vez, que miran con intensidad, con ese reflejo y profundidad en el que amaba perderme y no salir, hasta que el Sol rozara mi cabello.


Tu risa es el alimento favorito de mi niña interna, con la única con la que le agrada acompañarse y le causa simpatía. Esa niña interna que se había mantenido más amarga que el café del pichón, esa a la que prácticamente ya daba por perdida.

Tu mano en mi mano o mi mano en la tuya entrelanzando la existencia en este jodido plano, en este jodido estar.

Ahora sabes que me muero y te extraño de la forma más ridícula del Universo.

Incluso si estás a un lado de mi.
Te quiero tanto, mi chaparro...

No olvides, que yo nunca lo haré.

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